MINI: La leyenda del rally que nació de un ícono urbano
La historia de MINI en el mundo del motor es la crónica de un gigante que se negó a ser medido por su tamaño. Lo que comenzó como una ingeniosa transformación de John Cooper sobre el Mini original se convirtió en una filosofía de competición imbatible, donde la agilidad y el coraje han derrotado, década tras década, a rivales de mayor potencia. Esta trayectoria, tejida con victorias emblemáticas desde los años 60 hasta el desierto del Dakar, confirma que MINI es sinónimo puro de rally.
Los cimientos de la leyenda se colocaron en 1964, cuando el Mini Cooper S, pilotado por Paddy Hopkirk y su copiloto Henry Liddon, sorprendió al mundo al conquistar el Rally de Montecarlo con el número 37 y la matrícula 33 EJB. Este triunfo no fue un accidente. Pilotos como Timo Mäkinen y Rauno Aaltonen, junto a Hopkirk, formaron los “tres mosqueteros” del Mini, dominando ediciones clave como las de 1965 y 1967 y consolidando un dominio absoluto en los tramos europeos.
El espíritu competitivo se reinventó en la era moderna. Entre 2011 y 2012, MINI regresó al Campeonato Mundial de Rally (WRC) con un vehículo basado en el MINI Countryman, desarrollado junto a Prodrive Group y pilotado por figuras como Kris Meeke y Dani Sordo. Este coche homologado por la Federación Internacional de Automovilismo estaba impulsado por un motor de 1.6 litros turbo. Pero fue en el terreno más hostil donde MINI escribió otro capítulo de gloria: de 2012 a 2015 y nuevamente en 2020, el MINI ALL4 Racing logró una racha histórica de victorias en el Rally París-Dakar (Dakar), demostrando su solidez, rigidez y manejo preciso en dunas y superficies mixtas.
La huella de MINI también cruzó el Atlántico. De 2016 a



