El Mini que conquistó al ‘Commendatore’: la insólita pasión de Enzo Ferrari por el automóvil británico
Aunque su nombre es sinónimo de superdeportivos rugientes y escuderías legendarias, Enzo Ferrari guardaba un espacio en su garaje –y en su admiración– para una joya de la ingeniería británica: el Mini. Lejos de las pistas, el fundador de la escudería de Maranello encontraba en el pequeño automóvil cualidades que deslumbraron a uno de los ojos más exigentes de la industria automotriz.
Como hombre relativamente alto (1.87 metros), Ferrari valoraba especialmente la capacidad del Mini para ofrecer comodidad sin sacrificar su esencia innovadora. Admiraba su motor transversal que optimizaba el espacio, su suspensión totalmente independiente y –sorpresa para muchos– era un entusiasta de la tracción delantera, especialmente en condiciones invernales desafiantes.
Cuando debutó la versión más deportiva, el Mini Cooper, era cuestión de tiempo antes de que el ‘Commendatore’ adquiriera uno para sí mismo. Aunque el número exacto de unidades que poseyó sigue siendo tema de debate entre los historiadores –John Cooper afirmó que fueron tres modelos Cooper S– se confirma que tuvo al menos dos. Uno de ellos fue un Cooper 1100 S que posteriormente regaló a su hijo Piero.
Pero la joya de la corona fue un Mini Cooper 1300 S especial, entregado personalmente por Sir Alec Issigonis, creador del modelo y con quien compartía una admiración mutua por la ingeniería innovadora. Esta unidad excepcional, basada en el modelo ganador del Rally de Montecarlo, incluía modificaciones exclusivas: luces antiniebla bajo los faros, tablero de nogal, asientos especiales y mejoras de rendimiento que elevaban su velocidad máxima a 153 km/h.
La anécdota cromática más curiosa revela que Ferrari hizo repintar el automóvil de rojo a gris metálico porque consideraba que solo sus coches podían llevar el color escarlata. Años después, el Mini recuperaría su tonalidad original.
Tras su paso por las manos de Ferrari, este ejemplar único pasó a pertenecer a Giuseppe Navone, jefe del equipo de pruebas de Ferrari y ganador de la Mille Miglia en 1948. Según los registros, el automóvil sigue circulando hoy en día, un testimonio viviente de cuando el genio de Maranello reconocía –y celebraba– la grandeza en formatos inesperados.
Las fotografías que acompañan esta historia muestran al legendario Mini junto a otros vehículos de la época, capturando el contraste entre el icónico compacto británico y los Ferrari contemporáneos, además de detalles de las modificaciones especiales que lo hicieron merecedor de un espacio en el garaje más exclusivo de Italia.